Un año más.
Además de establecer una cuota con el número de muertes que infligir a la población de focas de la costa este canadiense basándose en argumentos pseudocientíficos, lo hacen sobre datos falsos. Censos obsoletos por su antigüedad, no tener en cuenta la caza ilegal de estos animales (nada despreciable) o no tener en cuenta el impacto que el llamado calentamiento global tiene sobre los casquetes polares, e indirectamente sobre la cría de los ejemplares más jóvenes de foca, necesariamente en hielo firme. Así se deciden las desorbitantes cifras. Cientos de miles de focas van a ser exterminadas a pesar de que se desconocen los impactos ecológicos que tendrán estas muertes en el ecosistema. Habrá que esperar años para conocer el impacto real de estas acciones. Y para entonces quizá sea irreversible.
¿Demasiadas focas que alimentar o demasiados humanos?
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